miércoles, 2 de julio de 2008

IL SORPASO




Vittorio Gassman es un juerguista impenitente. Conduce como un loco un bólido ya viejo, con muchos kilómetros a cuestas, en busca del placer y la felicidad. Fastidiado en pleno Ferragosto romano, no encuentra un teléfono desde el que llamar a un ligue. Para en un lugar cualquiera, y desde los edificios de enfrente lo ve llegar Jean Louis Trintignant, un joven y apocado estudiante de Derecho, enfrascado en el estudio del Derecho procesal. Con mucho morro, Gassman le pide usar su teléfono y de este modo Jean Louis se ve arrastrado a la escapada más alocada de su vida. A su última escapada, en realidad.

Casi contra su voluntad, es introducido como copiloto en el coupé descapotable de Gassman. Adelantamientos peligrosos en curvas o cuestas con cambio de rasante, conducción temeraria por una Roma desértica, achicharrada por el calor, intentos de ligue con alemanas estupendas, que desde su germánica circunspección se derriten por un latin lover, paradas en terrazas de verano a comer (y follar, si es posible), peleas nocturnas en night clubs... una verdadera locura para el pobre Jean Louis, que en su vida había conocido la vida desde la perspectiva del simpático, apuestísimo, alocado e irresponsable vividor que Gassman personifica en el filme.

Sus correrías del día terminan en la casa de la ex-esposa de Gassman, una atractiva casi-cuarentona con una hija deliciosa en edad de merecer, que planea arruinar su vida casándose con un industrial cincuentón, que sabe no tener su amor, pero le promete el éxito en la vida. Frente a la quinceañera, el soso Jean Louis ve disolverse el presunto amor que creía sentir por una vecinita a la que lo más atrevido que había hecho era unas fotos clandestinas cuando se asomaba al balcón de su piso. Por su parte, la hija de Gassman se siente atraída por el joven retraído. Surge entre ellos una tensión sexual que hace esperar que la película acabe bien, con nuestro estudiante de derecho más curtido en las andanzas de la vida y un poco más decidido en materia amorosa.

Pero la vida casi nunca te da lo que esperas de ella (y el cine tampoco). Gassman y Trintignant emprenden una última correría en el bólido, a la caza de la presunta novia del estudiante. Los adelantamientos son de infarto, la conducción, de las que harían perder a Gassman todos los puntos de veinte carnés de conducir de un solo golpe. Y un solo golpe es lo que recibe el raído descapotable, que en plena invasión del carril contrario es embestido por un camión que no lo puede esquivar. El coche se despeña por un precipicio hacia el mar. Gassman sale despedido y prácticamente indemne. Trintignant, aprisionado en el vehículo, muere.

Y es que hay destinos que no son para todos los caracteres. La vida arriesgada y feliz sólo es para los valientes. Los demás, los hombres ejemplares, los estudiantes modelos, los paradigmas de la seriedad, no sobreviven a tan fuertes experiencias.