Yo no olvidaré nunca tus palabras. Palabras luminosas como la luz del dia. Te pregunté cómo habían podido, los alemanes, matar en las cámaras de gas a los niños judíos. ¿Cómo podían vivir después de eso? ¿Era posible que no fueran juzgados ni por Dios ni por los hombres? Y tú dijiste: "El castigo del verdugo es éste: no considera a su víctima a un hombre y él mismo deja de ser un hombre; mata al hombre que hay en él, se convierte en su propio verdugo; la víctima, por mucho que la destruyan, continuará siendo un ser humano para toda la eternidad". ¿Te acuerdas?
Vasili GROSSMAN, Todo Fluye. Barcelona, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, págs. 168-169.
En próximos posts transcribiré íntegro un capítulo esencial de esta obra, llena de ellos. Aterrorizará. Despertará una compasión infinita y un horror profundo.