En la primavera de 1793 estallaron levantamientos populares antirrevolucionarios a gran escala en el oeste del país que no sólo abarcaron la Vendée, sino los departamentos adyacentes de Loire-Inferieure, Maine el Lorie y Deux-Sevres. La conspiración de los aristócratas era una realidad en esta parte de Francia, pero tenía escasa o ninguna relación con revueltas cuyo impulso primordial era una profunda hostilidad al intento descristianizador del nuevo orden. Más del 60 por ciento de los rebeldes eran campesinos acomodados y con explotaciones de tamaño medio y pequeño o sus criados o braceros, y un 34 por ciento más eran artesanos de pueblo, tenderos y tejedores de la seda rurales. Se trataba de una rebelión del pueblo (rebeldes primitivos si se quiere) contra una supuesta revolución popular, un movimiento de abajo arriba más que una cuestión de rústicos inocentes engañados por malvados conspiradores de la nobleza y el clero. No es sorprendente que los historiadores republicanos hayan considerado la rebelión "inexplicable", sobre todo después de que pereciese un cuarto de millón de personas durante la brutal represión de la revuelta por "fanáticos" que recurrieron incluso a técnicas de exterminio masivo. No tiene nada de raro que Alexander Solzhenitsin sorprendiese a sus anfitriones franceses al convertir una peregrinación a la Vendée en su primera tarea cuando inició su exilio, pues aquélla fue la primera ocasión de ha historia en que un Estado "anticlerical" y presuntamente "no-religioso" se embarcaba en un programa de asesinatos en masa que anticipaba muchos horrores del siglo XX. El Estado secular era tan capaz de una barbarie inconcebible como cualquier religión inspirada, eclipsando atrocidades limitadas como la Inquisición o la Matanza del Día de San Bartolomé, un asunto modesto cuando se compara con las turbas de sans-culottes entregadas a la matanza y al saqueo, en lo que fue equivalente a un genocidio.
MICHAEL BURLEIGH. Poder Terrenal - Religión y Política en Europa (De la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial). Santillana. Taurus. 2005. Pág. 121.