[En Alemania] las fiestas patrióticas proporcionaban a los nacionalistas una ocasión para exagerar el grado de apoyo con el que contaban de una forma muy pública. A mediados de octubre de 1817 la Burschenschaft [asociación estudiantil] de Jena reunió a 468 estudiantes en la fortaleza de Wartburg para celebrar el tricentenario de la Reforma [luterana] y la reciente victoria sobre Napoleón en Leipzig. No se enviaron invitaciones a las asociaciones de estudiantes católicos, para no herir su sensibilidad respecto al herético Lutero, pero el 4 por ciento de los participantes eran católicos. Los asistentes no conmemoraron la Reforma porque hubiese corregido abusos eclesiásticos, sino como el principio de la libertad intelectual y espiritual, condición previa para el levantamiento político del momento contra Napoleón, que era el resultado de un patriotismo religioso que había unido a los alemanes en la nación como Iglesia. La piedad patriótica había sido transformada en patriotismo religioso, con la propia nación elevada a la condición de algo sagrado. Antes de que se iniciase la fiesta, los estudiantes se dedicaron a la quema de símbolos de la reacción y también de presuntos libros reaccionarios. Un sacerdote católico protestó alegando que: "El fundamento de la religión cristiana es evidente que no pretendió una religión nacional sino una religión universal que abrace a todos los pueblos, imperios, estados e individuos". Hacia dónde podría tender esa religión nacional quedó muy claro en un discurso de Jakob Friedrich Fries con sus gritos descomedidos de "¡Un Dios, una espada alemana, un espíritu alemán para el honor y la justicia!". En privado dudaba de si esa religión sería el cristianismo, que al hacer hincapié en la paz y la penitencia era difícil de conciliar con su deseo de una religión "intolerante y adicta a la conversión en el más alto grado, en cuanto logre un sentimiento de su fuerza". No es extraño que observadores judíos de la fiesta de Wartburg, incluidos aquellos cuyos libros habían quemado los estudiantes, pensasen que el protestantismo quedaba por detrás del catolicismo en cuanto a cosmopolitismo y apertura a la educación universal.
MICHAEL BURLEIGH, Poder Terrenal - Religión y Política en Europa (De la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial). Santillana. Taurus. 2005, Págs. 194 -195.