De Bonald fue uno de los padrinos de la sociología moderna, cuyo interés por el estatus, la jerarquía, el ritual, la integración, el control y el orden refleja la preocupación conservadora por las consecuencias atomizadas del individualismo de la Ilustración... pensaba en términos de poder y de estructuras, enfocando éstas últimas como las fórmulas de álgebra o las figuras de la geometría: siendo poder, fuerza, voluntad o poder, ministro, súbdito, ejemplos típicos de su forma "triádica" de interpretar la sociedad... Los hombres con poder, o dirigentes, constituían la sociedad, porque sin ellos una multitud de hombres equivalía a un puñado de polvo disperso. El gobierno no se basaba en un contrato; los que los gobernaban deberían más bien estar separados de los gobernados por un abismo insalvable determinado por el nacimiento o por la riqueza... La nobleza, que era básica en todos sus escritos, existía para ejecutar la voluntad del monarca, estando el resto de la humanidad funcionalmente dividida en los que rezan, los que comercian, los que trabajan, etcétera...
Se proporcionaría a la sociedad un punto focal simbólico en forma de Templo de la Providencia piramidal edificado en el centro geográfico de Francia. Este Templo, rodeado por un vasto círculo y estatuas de grandes hombres, sería el lugar donde se celebrarían los rituales nacionales y donde viviría el heredero del trono y los nobles más ejemplares. La función del cristianismo (que tenía un papel menor en su pensamiento que en el de De Maistre) era simbolizar la jerarquía social e inculcar valores como el sacrificio o el respeto. De Bonald se aproximaba mucho en esto a la articulación de una religión civil conservadora:
"El gobierno es una auténtica religión: tiene sus dogmas, sus misterios, su clerecía; aniquilarlo o dejar que cada individuo lo someta a discusión equivale a lo mismo [...] sólo vive por la fuerza de la razón nacional, es decir, de la fe política [...] La primera necesidad del hombre es que se someta su razón en ciernes a un doble yugo, es decir, que se aniquile a sí misma, lo que equivale a decir que se funda con la razón nacional y se pierda en ella, con la finalidad de que convierta la existencia individual en otra existencia común, lo mismo que un río que se precipita en el mar".
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De Bonald propugnó una vasta ampliación de la regulación estatal, tanto en lo que se refiere a la indumentaria de las personas (los individuos debían vestir de acuerdo con sus funciones) como a lo que se les debía permitir leer, ya que pensaba que se estaban publicando demasiados libros mediocres. Lo mismo que la gente debía tener una licencia para poseer armas, debería exigirse, con mucha más razón, permiso oficial para los nuevos libros. Creía que debía haber un catecismo pues "los dogmas hacen a las naciones". La Académie Française debía ser el análogo regulador de la Iglesia católica en el campo notablemente reducido de las letras. Era un entusiasta de la censura.
MICHAEL BURLEIGH, Poder Terrenal - Religión y Política en Europa (De la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial). Santillana. Taurus. 2005. Págs. 159 - 161.