viernes, 25 de abril de 2008

NACIONALISMO Y RELIGION: MAZZINI





La Joven Italia se caracterizaba, en teoría al menos, por un elevado tono moral; los delincuentes, los borrachos y los mujeriegos no eran bien recibidos. La misión de sus "apóstoles" era convertir en un popolo (pueblo) a la gente no regenerada que poblaba las regiones intensamente fisíparas y provincianas de Italia. En otras palabras, la revolución era moral antes que política, y tenía que ser para el pueblo más que por el pueblo, que aún no estaba formado.

El manifiesto de la Joven Italia estaba saturado de palabras como apostolado, fe, credo, cruzada, entusiasmo, creencia, encarnación, mártires, misión, purificación, regeneración, religión, sagrado, sacrificio, salvación, y salpicado de frases como "Nuestra religión de hoy aún es la del martirio; mañana será la religión de la victoria". El santo y seña que utilizaban los miembros para identificarse mutuamente era "martirio", a lo que la respuesta correcta era "resurrección". Mazzini dijo una vez de sí mismo: "Yo no soy un cristiano, o mejor dicho, soy un cristiano más algo más".

Es difícil extrapolar un conjunto coherente de creencias religiosas de los escritos de Mazzini. Al fomentar la fraternidad interna y externa, la nación era una iglesia dotada de inspiración divina, a través de la cual la humanidad apreciaba las verdades esenciales dentro de cada religión importante. La nación era el intermediario ideal entre el hombre y Dios, pues era allí donde los individuos investidos de derechos podían realizar sus yoes superiores a través de la asociación, la fraternidad y el deber patriótico. Cada nación tenía una visión otorgada por Dios y todos y cada uno de los italianos tenían el deber de contribuir a su materialización. El nacionalismo era una alternativa más espiritual al comunismo o al liberalismo utilitario, que Mazzini consideraba, con acierto, demasiado materialistas y abiertamente centrados en lo colectivo y en lo individual. Aunque no era un anticlerical ni un librepensador, consideraba que el papado, debido a que había apoyado el absolutismo, debía ser sustituido por un concilio general que pudiese luego deliberar sobre los méritos de todas las religiones importantes. Esta Tercera Roma inspiraría luego a la humanidad, lo mismo que la Roma de los césares y de los papas lo había hecho en el pasado.

Mazzini fue importante más que por lo que consiguió... por la entrega a la causa nacional que representó su vida, una vida de verborrea promiscua (sus efusiones completas abarcan más de un centenar de volúmenes) elaborada en las modestas habitaciones alquiladas que fueron su suerte en el exilio. Era fe encarnada. Su fe inquebrantable en la divina providencia y en que las "fuerzas nacionales" eran el "principio rector del mundo" nos muestra cómo la fe en Dios, en la Historia y en el Progreso le permitieron a él y permitieron a sus seguidores afrontar y superar todos los obstáculos temporales. Tal vez haya sido ése uno de los efectos funcionales básicos del tratamiento de la política como una religión".