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KATHRINE KRESSMAN TAYLOR
Deutsch-Völkische Bank und
Handelsgesellschaft,
München
Handelsgesellschaft,
München
8 de diciembre de 1933
¡Heil Hitler! Lamento tener que darte malas noticias. Tu hermana ha muerto. Como tú mismo decías, desgraciadamente era una insensata. No hace todavía una semana llegó a casa, seguida por una patrulla de tropas de asalto. La casa estaba muy ajetreada. Elsa no ha estado bien desde que el mes pasado nació el pequeño Adolf. Estaban aquí el médico, todos los criados y los niños alborotaban alrededor.
Por suerte abrí la puerta yo. Primero pensé que era una vieja, luego reconocí la cara y, enseguida, que las tropas de asalto aparecían en la verja del parque. ¿Podía esconderla? Era una posibilidad entre miles. Un criado aparecería ante nosotros en cualquier momento. ¿Podía aguantar que registraran mi casa con Elsa en la cama, correr el riesgo de que me arrestaran por dar refugio a una judía y perder todo lo que he conseguido llegar a ser aquí? Como alemán, mi deber no ofrecía duda alguna. Ha exhibido su cuerpo judío en las tablas ante jóvenes alemanes puros. Debía detenerla y entregársela a las tropas de asalto. Pero no pude hacerlo. "Nos vas a destruir, Griselle", le dije. Me miró, sonrió (siempre fue una muchacha valiente) y tomó su decisión.
"No voy a hacerte daño, Martin", dijo, corrió escalones abajo y se dirigió a los árboles. Pero tenía que estar agotada. No corrió a bastante velocidad y las tropas de asalto le echaron la vista encima. Yo estaba indefenso. Entré en la casa, oyendo sus gritos. A los pocos minutos dejó de gritar y, a la mañana siguiente, mandé el cuerpo al pueblo para que la enterraran. Venir a Alemania fue una insensatez. Pobrecita Griselle. Comparto tu dolor, pero como ves, no tenía manera de ayudarla.
Ahora debo exigirte que no vuelvas a escribirme. Cada palabra que llega a casa está censurada y estoy seguro de que, muy pronto, empezarán a abrir el correo del banco. Y no volveré a tener ningún trato con judíos, excepto para recibir el dinero. No me ha hecho ningún favor que una judía haya venido a buscar refugio en mi casa. Ninguna futura relación con judíos será tolerada.
Aquí se está construyendo una nueva Alemania. A las órdenes de nuestro Glorioso Líder, pronto demostraremos grandes hazañas al mundo.
Por suerte abrí la puerta yo. Primero pensé que era una vieja, luego reconocí la cara y, enseguida, que las tropas de asalto aparecían en la verja del parque. ¿Podía esconderla? Era una posibilidad entre miles. Un criado aparecería ante nosotros en cualquier momento. ¿Podía aguantar que registraran mi casa con Elsa en la cama, correr el riesgo de que me arrestaran por dar refugio a una judía y perder todo lo que he conseguido llegar a ser aquí? Como alemán, mi deber no ofrecía duda alguna. Ha exhibido su cuerpo judío en las tablas ante jóvenes alemanes puros. Debía detenerla y entregársela a las tropas de asalto. Pero no pude hacerlo. "Nos vas a destruir, Griselle", le dije. Me miró, sonrió (siempre fue una muchacha valiente) y tomó su decisión.
"No voy a hacerte daño, Martin", dijo, corrió escalones abajo y se dirigió a los árboles. Pero tenía que estar agotada. No corrió a bastante velocidad y las tropas de asalto le echaron la vista encima. Yo estaba indefenso. Entré en la casa, oyendo sus gritos. A los pocos minutos dejó de gritar y, a la mañana siguiente, mandé el cuerpo al pueblo para que la enterraran. Venir a Alemania fue una insensatez. Pobrecita Griselle. Comparto tu dolor, pero como ves, no tenía manera de ayudarla.
Ahora debo exigirte que no vuelvas a escribirme. Cada palabra que llega a casa está censurada y estoy seguro de que, muy pronto, empezarán a abrir el correo del banco. Y no volveré a tener ningún trato con judíos, excepto para recibir el dinero. No me ha hecho ningún favor que una judía haya venido a buscar refugio en mi casa. Ninguna futura relación con judíos será tolerada.
Aquí se está construyendo una nueva Alemania. A las órdenes de nuestro Glorioso Líder, pronto demostraremos grandes hazañas al mundo.
MARTIN