miércoles, 3 de diciembre de 2008

"PARADERO DESCONOCIDO", DE KRESSMAN TAYLOR


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KATHRINE KRESSMAN TAYLOR


Deutsch-Völkische Bank und
Handelsgesellschaft,
München

9 de julio de 1933

Señor Max Einsenstein
Schulse-Eisenstein Galleries
San Francisco, California, EE.UU.

Querido Max:

Como verás te escribo desde el escritorio de mi banco. Debo hacerlo porque tengo que pedirte algo y quiero evitar la nueva censura, que es muy estricta. Por el momento debemos interrumpir el intercambio epistolar. No me es posible mantener correspondencia con un judío aunque no tuviera que defender mi puesto de funcionario. Si fuera imprescindible mandarme unas letras, inclúyelas en el cheque y no vuelvas a escribirme a casa.

En cuanto a las severas medidas que tanto te preocupan, debo decirte que a mí mismo tampoco me gustaron al principio, pero me he dado cuenta de que, desgraciadamente, son necesarias. La raza judía es un dedo en la llaga para cualquier nación que le dé cobijo. Nunca he odiado a ningún judío en particular... Siempre te he considerado un amigo querido y respetado pero, comprenderás que hablo con absoluta sinceridad, si digo que te he querido no por tu raza sino a pesar de ella.

Los judíos son los chivos expiatorios universales. Siempre han resultado sospechosos, no sin motivo y no por la antigua superstición de haber sido "los asesinos de Cristo". El problema judío no es más que un incidente. Está ocurriendo algo mucho más importante.

¡Si pudiera enseñarte, si pudiera hacerte ver el renacer de esta nueva Alemania, bajo la jefatura de nuestro Amado Líder! No se puede mantener a un gran pueblo subyugado para siempre. Derrotados, hemos agachado la cabeza durante catorce años. hemos comido el pan amargo de la vergüenza y tragado las empachosas gachas de la miseria. Pero ahora somos hombres libres. Nos levantamos con nuestro poderío y mantenemos la cabeza alta ante las naciones. Purgamos los componentes más abyectos de nuestro torrente sanguíneo. Marchamos a través de nuestros valles, cantando enardecidos con paso firme, en pos de una nueva hazaña... Y desde las montañas llaman las voces de Wotan y Thor, los ancestrales y poderosos dioses de la raza alemana.

Pero, no. Conforme escribo, conforme me enardece el entusiasmo ante la nueva perspectiva, estoy seguro de que no comprenderás lo necesario que todo esto era para Alemania. Sólo verás que tu pueblo tiene dificultades. No comprenderás que deben sufrir unos pocos para que se salven millones. Antes que nada serás un judío y gemirás por tu pueblo. Lo entiendo. Es propio del carácter semita. Os lamentáis, pero nunca tenéis valor para devolver los golpes. Por eso hay pogromos.

Ay, Max, te dolerá, lo sé, pero tienes que hacerte cargo de la verdad. Hay movimientos más grandiosos que los hombres que los dirigen. Heinrich es oficial de los escuadrones juveniles, encabezados por el barón von Freische, cuyo rango ahora da lustre a nuestra casa porque viene con frecuencia a visitar a Heinrich y a Elsa, a quien admira mucho. Yo siempre estoy metido en el trabajo hasta las orejas. Elsa se interesa poco por la política, salvo para adorar a nuestro Bienamado Líder. Este último mes está muy cansada. Tal vez los bebés estén llegando demasiado seguidos. Se sentirá mejor cuando haya nacido éste.

Lamento que nuestra correspondencia quede interrumpida de esta manera, Max. Quizás algún día podamos encontrarnos otra vez en condiciones de poder entendernos mejor.

Como siempre, tu amigo,


MARTIN SCHULSE