miércoles, 24 de diciembre de 2008

INTERPRETACION DE TRUMAN CAPOTE (III)


Así como algunos jóvenes practican el piano o el violín cuatro o cinco horas diarias, igual me ejercitaba yo con mis plumas y papeles. Sin embargo, nunca hablé con nadie de lo que escribía; si alguien me preguntaba lo que tramaba durante todas aquellas horas, yo le contestaba que hacía los deberes. En realidad, jamás hice los ejercicios del colegio. Mis tareas literarias me tenían enteramente ocupado: el aprendizaje en el altar de la técnica, de la destreza; las diabólicas complejidades de construir los párrafos, la puntuación, el empleo del diálogo. Por no mencionar el plan general de conjunto, el amplio y exigente arco que va del comienzo al medio y al fin. Hay que aprender tanto, y de tantas fuentes: no sólo de los libros, sino de la música, de la pintura y hasta de la simple observación de todos los días.
TRUMAN CAPOTE, Prefacio de Música para Camaleones, Barcelona, Anagrama, 2006, págs. 7-8.


Me siento incapaz de comentar este párrafo. Simplemente lo leo y lo releo con reverencia.

A propósito: ¡Feliz Navidad para todos!