No cabe duda de que vivimos un tiempo extraño. "Te deseo que vivas tiempos interesantes" reza la famosa maldición china, ¡y por Júpiter que el chino que la ideó tenía muy mala leche!
Pues éstos son unos tiempos interesantísimos, en los que el esfuerzo, la exigencia y el nivel están proscritos de las escuelas, pero proclamados a bombo y platillo en Fama, el concurso - escuela de baile que emite Cuatro. Yo no soy ducho en cuestiones relacionadas con el arte del movimiento corporal, pero, por lo que veo, los alumnos - concursantes sudan tinta, y llegan a pasarlo realmente mal dentro de la escuela - plató de televisión. Y la presentadora - Paula Vázquez, creo que se llama, ya saben, la rubia de bote de exuberante melena que en temporadas pasadas se dedicó a lucir pareos en las islas de los supervivientes - ha elogiado enfáticamente esta vocación por el rigor que los profesores de la "academia" (Si estás leyendo esto, Platón, ¡por favor perdóname!) parecen profesar. Toda una refutación de la ESO sobre la cual los espectadores - desconozco la audiencia que tiene este programa, pero vistos los horarios, será alta - tal vez podrían reflexionar.
Y hoy asistí a otro extraño caso de refutación del modelo educativo vigente, pero admito que aún no he terminado de captarlo en toda su hondura. ¡Señoras y señores! ¡Lo inconcebible ha sucedido! ¡Un programa de máxima audiencia de Cuatro ha emitido imágenes de libros, muy simbólicamente asociadas a las cabezas de los concursantes! Ya digo que se trata de un fenómeno de vastas proporciones y recóndito significado, pues voy captando sus sutiles implicaciones con el paso de las horas. El hecho es que hubo libros en la emisión vespertina del programa aunque ¡ay! desgraciadamente no podría deciros su título o autor. Tan sólo, que se trataba de unos libros azules muy bonitos, que adornaron las cabezas de los alumnos - concursantes.
Yo los miraba semipetrificado en el sofá del salón de la casa de mi madre, mientras Víctor Ullate in person les explicaba sus alumnos la importancia trascendental de aquellos libros. Los alumnos debían fundirse con aquellos libros. Era esencial que ellos y los libros constituyesen una unidad indisoluble, pues de ese modo, portándolos en lo alto de sus cocorotas engominadas y muchas veces simplemente pasadas por la cortacésped, conseguirían al caminar un movimiento cadencioso que sería ideal para la danza...
Y este fue, señoras y señores, el venturoso paso que los libros tuvieron esta tarde por las pantallas de La Cuatro. De las cabezas de los alumnos - concursantes, ya los veo viajando al contenedor de basuras más próximo.
Me quedó una sospecha. Yo los miraba, y todos eran azules, y todos parecían tener el mismo título en el lomo. ¿Será que los compraron a granel para este programa? Por cierto ¿alguien ha visto a alguno de esos alumnos - concursantes, cuya vida es expuesta en su plenitud e integridad a las cámaras, repito, alguien les ha visto alguna vez leer un libro, o quizá un periódico, o quizá... un tebeo? Lo pregunto con verdadera ingenuidad y sin intención sarcástica. Yo no suelo ver ese programa.