[Los] múltiples desafíos a la fe cristiana no significaron una adopción total del ateísmo y del materialismo científico militante. Eso fue sólo una opción en un siglo en el que hubo también gente interesada en religiones metafísicas basadas en el desarrollo espiritual individual, el neopaganismo, el ocultismo y las espiritualidades exóticas... Aparte de la aceptación general de la utilidad social de la religión, sobre todo en relación con las masas, había un reconocimiento casi general de que el hombre es un ser fundamentalmente religioso... Al paso del cristianismo a la irreligión (o más bien a las gradaciones infinitas entre las dos) les acompañó el paso paralelo, mucho mayor, del cristianismo a la religión, cuando un instinto religioso mucho más antiguo y más omnipresente que cualquier religión individual descubriese, como el agua, su propio nivel...
Aunque algunos [de los que hicieron una religión de las ideas de perfeccionamiento social] eran individuos con graciosas peculiaridades, el lector perspicaz debería tener en cuenta una tendencia siniestra común a todos ellos. Todos pensaban que la naturaleza humana era buena y al mismo tiempo algo dado, siendo el mal producto de circunstancias sociales que deformaban o reprimían lo que era intrínsecamente bueno en el género humano. Esto era intrínsecamente despótico, porque ¿cuál sería el destino de los que rechazasen las transformaciones que restaurarían esta bondad innata? Un autor francés preguntaba, al final de un folleto escrito en 1840: "¿Y la gente que no quiere esto?". A lo que contestaba: "¿Y si los internados en la Bîcetre [un manicomio] se negasen a tomar baños?". ¿Quién decidiría quiénes eran los locos y quiénes los cuerdos? ¿Quién vigilaría a los guardianes de los "locos morales", el calificativo sombrío aplicado a los inmunes al atractivo de la utopía? ¿Quién determinaba si la gente estaba o no en sintonía con las tendencias históricas mundiales que los utópicos decían percibir?.
MICHAEL BURLEIGH, Poder Terrenal - Religión y Política en Europa (De la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial). Santillana. Taurus. 2005. Págs. 261 - 262.