sábado, 19 de diciembre de 2009

TODO MARLOWE

Como decía al principio, no sé con precisión cuándo empezaron a cocinar los detectives, ni cuándo decidieron apuntarse al cuerpo de policía con todas las consecuencias (el Méndez de González Ledesma es una excepción, un policía atípico en todos los sentidos, tan extremadamente distinto del resto como los policías corruptos de Ellroy), pero percibo en todo ello una decadencia del hombre duro que lamento. Tal vez se debe a que ya no hay sitio para el individuo y que el mecanismo de la ley hace imposible que un tipo solo y solitario tenga la menor influencia sobre ninguna zona, por pequeña que sea, de la realidad.


Me encuentro con este párrafo al final del artículo que Horacio Vázquez Rial dedica a la última recopilación publicada por RBA de las novelas de Raymond Chandler. Una opinión pesimista, influida sin duda por la tonalidad gris-marrón de la vida que vivimos, tanto en lo público como en lo privado (vida política lamentable, vida económica catastrófica, vida personal convertida en uso-consumo de mercancías y personas), en la que parece imposible, o por lo menos muy poco probable, encontrarse con hombres y mujeres "de verdad" (y no me estoy refiriendo a los hombres y mujeres "virtuales" que nos asomamos a internet, pero en esto hay mucho de aquello también).

¿Será la novela negra clásica americana una elegía al "hombre", al "héroe" con el que el siglo XX parece haber acabado para siempre (y mientras escribo esto me vienen a la mente los protagonistas de "Banderas de Nuestros Padres", de Clint Eastwood)?