...traté de encontrar a alguien para que se ocupara de mis relaciones públicas y que al mismo tiempo fuese mi asistente general. Todos decían: "Es una pena que no esté aquí Anne Buydens. Es la más indicada para este trabajo". Pero la tal Buydens estaba en Estados Unidos. Tola había querido contratarla para Act of Love, pero tuvo la oportunidad de ir a Estados Unidos para el estreno de Moulin Rouge. Había trabajado como asistente de John Huston cuando rodaron la película en París. Adoraba Estados Unidos y aprovechó la oportunidad.
Cuando Anne Buydens volvió, Shim -fotógrafo de vistas fijas y socio de Bob Capa- concertó una entrevista. Tiempo después Anne me contó que Shim le había dicho: "Permíteme que te meta en la leonera". Entré en mi camerino y la vi: traje azul con cuello blanco, muñecas y tobillos muy delicados, que los franceses llaman les attaches très fines, y que son un símbolo de belleza en una mujer. Aplomada, de porte elegante, me pareció imponente. Conversamos un rato. Ella hablaba inglés con acento. También se expresaba correctamente en alemán e italiano. Le dije lo que necesitaba. Muy amablemente respondió que no creía que el puesto fuese adecuado para ella, pero podía sugerirme otros nombres. Me disgustó. Yo era una estrella del cine norteamericano que estaba haciendo una película en París. Suponía que ella tenía que estar deseosa de conseguir ese trabajo. Pero aparentemente no era así. La acompañe a su coche y le dije:
-Au revoir.
Esa noche, solo en mi apartamento, no podía dejar de pensar en esa chica que me había rechazado. Claude Terrail, propietario del Tour d'Argent, me había invitado a cenar a un restaurante exclusivo que daba a Nôtre Dame. Llamé a Anne y al hablar bajé mi tono de voz.
- ¿Qué haces esta noche?
- Nada.
- Se me ha ocurrido que podrías reunirte con nosotros a comer algo. Iremos cinco o seis a cenar al Tour d'Argent.
Afablemente, replicó:
- No, gracias, me prepararé un par de huevos en casa.
Colgué y pensé: "Que se vaya al cuerno. Rechaza mi oferta de trabajar para mí, rechaza mi oferta de cenar conmigo. Que se vaya a la mierda".
La película ocupaba casi todo mi tiempo. Tenía que trabajar duro para mantener el ritmo de los demás en francés. Pero no podía quitarme a Anne de la cabeza. Me tragué el orgullo y volví a pedirle que me ayudara. Por fin accedió a trabajar conmigo provisionalmente.
Fue una victoria. era una mujer sumamente capaz y eficiente, muy servicial, y se llevaba muy bien con todos. Proseguí con la que, según creía, era mi sutil estrategia para seducirla. Pero todas mis tentativas fallaron. Por último, pensé: oye, no puedes ganarlas todas. Olvídala. Es una chica grandiosa. O rompes del todo la relación, o déjala hacer su trabajo. Y la verdad es que quería que siguiera trabajando para mí.
En cuanto dejé de perseguir a Anne, mi comportamiento cambió. Me interesé auténticamente por ella, le pregunté por sus cosas. Cauta al principio, empezó a abrirse gradualmente. Como Sheherezade, desenmarañaba un ovillo de historias tras otro. Y como el sultán, yo escuchaba hechizado.
KIRK DOUGLAS, El Hijo del Trapero - Autobiografía. Barcelona, Ediciones B, 1988. Págs. 165-166.
En 1954, Kirk Douglas y Anne Buydens contrajeron matrimonio.