lunes, 23 de marzo de 2009

"¡VENGA!"

- ¡Hombre! ¿Qué tal va eso?
- ¡Aquí estamos! ¡tirando del carro!
- ¿Y la familia?
- ¡Estupendamente! ¿Y la tuya?
- ¡De fábula!
- ¡Pues a seguir bien!
- ¡Lo mismo digo!
- ¡Venga!
- ¡Venga!

En cualquier parte del país se oye a nuestros compatriotas despedirse de esta manera cuando se cruzan por la calle. Incluso en las conversaciones telefónicas pilladas al desgaire de los teléfonos móviles de los españolitos oímos ese "¡venga!" dicho a modo de despedida, pero que a quien esto escribe le suena a "¡Hala, que ya está bien!" o a "nos tenemos demasiada confianza como para andarnos con etiquetas".

Lo cierto es que, lo que en un principio me pareció una más de las formas en que se manifiesta el desparpajo nacional, ha acabado por convertirse en una muletilla sumamente molesta y que empieza a "sonar mal". No se trata de que nos convirtamos a la cursilería en los saludos, ni tampoco de que empecemos a hacer de censores del habla popular. Quiero decir: se trata de una moda, que pasará como tantas otras antes. A mi parecer, es una moda muy desafortunada. Si a alguien más se lo parece, podríamos intentar dejar de despedirnos de nuestros conocidos, amigos, novias, legítimas, hermanos y parientes de toda índole con un "¡venga!".