viernes, 13 de marzo de 2009

IMPORTANTES PALABRAS SOBRE EL AMOR DE CARSON McCULLERS

En primer lugar, el amor es una experiencia común a dos personas. Pero el hecho de ser una experiencia común no quiere decir que sea una experiencia similar para las dos partes afectadas. Hay el amante y hay el amado, y cada uno de ellos proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo, sabe que su amor es un amor solitario. Conoce entonces una soledad nueva y extraña, y este conocimiento le hace sufrir. No le queda más que una salida, alojar su amor en su corazón del mejor modo posible; tiene que crearse un nuevo mundo interior, un mundo intenso, extraño y autosuficiente. Permítasenos añadir que este amante del que estamos hablando no ha de ser necesariamente un joven que ahorra para un anillo de boda; puede ser un hombre, una mujer, un niño, cualquier criatura humana sobre la tierra.

Y el amado puede presentarse bajo cualquier forma. Las personas más inesperadas pueden ser un estímulo para el amor. Se da por ejemplo el caso de un hombre que es ya un abuelo que chochea, pero sigue enamorado de una chica desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw, hace veinte años. Un predicador puede estar enamorado de una perdida. El amado podrá ser un traidor, un imbécil o un degenerado; y el amante ve sus defectos como todo el mundo, pero su amor no se altera lo más mínimo por eso. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia unloco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y cualidad de todo amor.

Por esta razón, la mayoría preferimos amar a ser amados. Casi todas las personas quieren ser amantes. Y la verdad es que, en el fondo, el convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante, y con razón, pues el amante está siempre queriendo desnudar a su amado. El amante fuerza la relación con el amado, aunque esta experiencia no le cause más que dolor.
Carson McCULLERS, Balada del Café Triste, en El Aliento del Cielo, Barcelona, Seix Barral, 2008, 327-388, págs. 349-350.



Es gracias a Firmin que conozco la obra de Carson McCullers. Bueno, acabo de empezar a conocerla. Los lectores de los blogs de Firmin seguro que habréis leído cosas sobre El Corazón es un cazador solitario en Paralajes 365. Allí hay un extracto de esta obra. Yo he empezado por la recopilación de sus cuentos y sus nouvelles, y estoy francamente maravillado ante la rara perfección de la narrativa de esta autora estadounidense.

El pasaje que transcribo me llamó la atención, en primer lugar, porque coincide con reflexiones que yo, y supongo que todos, nos hemos hecho alguna vez. Revolviendo en mi diario, me parece que hay algun pasaje de contenido parecido al que reproduzco al principio.

(01/05/05)
"...usualmente la causa de la atracción que otra persona ejerce sobre uno está en uno mismo, casi tanto o más que en la persona deseada. Si buscas en tu interior, con seguridad encontrarás la raíces de la impresión que el mundo exterior te produce. No es acertado olvidar que en la atracción no hay un sujeto atrayente y un objeto atraído, sino que usualmente el sujeto atraído es el activo, y el atrayente lo es más en calidad de objeto que de sujeto. Basta modificar una pequeña partícula de la actitud de uno hacia el mundo exterior, y el atractivo del otro puede desaparecer con la misma facilidad con la que surgió".

Naturalmente, no es exactamente lo mismo. Tampoco reclamo los laureles de la genialidad por haber escrito esto tiempo atrás. Sólo se parece, y por eso me llama la atención el texto de McCullers. Pero, lo mejor, en mi opinión, no es tanto el contenido (que es profundo, y merece detenerse a reflexionar detenidamente sobre el) como la forma, perfecta, en que está escrito.